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Medición de la innovación en América Latina


Desde hace una década, la innovación ha venido tomando fuerza en América Latina y el Caribe para llegar a ser un tema central en la mayoría de las agendas de los gobiernos con la que se busca potenciar el desarrollo económico en la región. Sin embargo, la popularidad del término innovación ha llevado a su uso indiscriminado y a utilizarlo como calificativo para cualquier acción que implique algún cambio o novedad, haciendo que su significado sea difuso, sin evaluar el valor que realmente se está creando.


La definición sobre lo que se considera o no como innovación ha ido evolucionando, dejando de atribuir sólo este significado a objetos tangibles y pasando a definir la palabra en función de lo intangible. Esto ha permitido reconocer la diversidad de actores que pueden obtener resultados innovadores, desde las empresas, los gobiernos, hogares y hasta actores individuales donde la innovación no sólo se limita al mercado.


De acuerdo con la nueva versión del Manual de Oslo (MO) [1], la innovación puede entenderse como “un nuevo o mejorado producto o proceso (o combinación de ambos) que difiere significativamente de productos o procesos anteriores de la unidad y que se ha puesto a disposición de potenciales usuarios (producto) o se ha puesto en uso por la unidad (proceso)”. Esta definición amplía su significado a partir del uso de la palabra “unidad”, que se refiere a quien hace las innovaciones, pudiendo ser cualquier tipo de organización o actor individual. En este documento se describe la medición de la innovación que se ha generado para el ámbito empresarial. Así, la innovación que ocurre en este contexto, se describe en función de la definición anterior y se especifica que el producto o proceso de negocio nuevo o mejorado se introduce en el mercado o se pone en uso por la empresa [1].


En América Latina y el Caribe la construcción de encuestas que permitieron la creación de indicadores de innovación comenzó en la década de los 90, casi dos décadas después de la aplicación de las primeras encuestas de innovación en países desarrollados. Estas encuestas han tomado como referencia los manuales internacionales de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) (Oslo y Frascati principalmente) y los regionales de la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnología (Manual de Bogotá).

Las principales fuentes para la obtención de información necesaria para poder construir los indicadores de innovación han sido las encuestas. Estas  se han estructurado bajo el enfoque de sujeto, es decir, las preguntas se han preocupado más por recabar información sobre las actividades, las relaciones y los recursos que por describir ampliamente los resultados obtenidos. En la medida en que el concepto mismo de innovación ha ido cambiando, las encuestas han incorporado nuevas preguntas y eliminado las que ya no resultan prioritarias para explicar la innovación.

Tabla 1. Aplicación de encuestas de innovación de los países de América Latina y el Caribe


Fuente: Adaptado de Guillard y Salazar (2017) [2]Notas: MO: Manual de Oslo: MB, Manual de Bogotá; CIS: Encuesta Comunitaria sobre la Innovación de la Unión Europea; BID: Banco Interamericano de Desarrollo


La tabla 1 muestra resultados de un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo [2]. Este mostró que en los últimos 20 años, la mayoría de los países de América Latina y el Caribe, han realizado al menos un ejercicio de medición de la innovación para el sector de manufactura. Con el tiempo un grupo amplio de países (10) extendieron la medición al sector servicios y un grupo menor (7) han aplicado esta encuesta en otros sectores como agricultura, comercio y servicios, minería, telecomunicaciones, electricidad y gas. Hay que mencionar que la medición de la actividad innovadora de este tipo de sectores coincide con la estructura productiva y la principal actividad económica de los países que los miden.


También se aprecian diferencias respecto a los manuales que se toman como referencia para la construcción de los formularios, que principalmente son el Manual de Oslo (MO) y el Manual de Bogotá (MB). A pesar de que ambos manuales proponen medir lo mismo, el enfoque desde el cual se aborda es diferente. El MO surgió en un inicio para dar sugerencias a los países desarrollados sobre como formular encuestas y reunir información para generar indicadores de innovación. Sólo en la tercera [3] y cuarta edición (que hasta ahora empieza a socializarse de manera amplia), se hace referencia puntualmente a cómo abordar la actividad innovadora en países en desarrollo.

Por otra parte, el MB propone medir la innovación siguiendo las directrices de la segunda edición [4] del MO pero haciendo una adaptación regional que aborda el enfoque de capacidades de innovación. Este enfoque es fundamental para entender la innovación en la región ya que explica que la adopción de tecnología no es un proceso simple, sino que requiere de otro tipo de capacidades e implica procesos de aprendizaje importantes. En el MB se menciona que la capacidad tecnológica de una firma se basa en su fuerza de trabajo, empleados capacitados, investigadores e ingenieros, la estructura financiera y física, la organización interna, su estrategia comercial, las alianzas con otras firmas y los vínculos con otras entidades [5].


Como se observa en la tabla 1, países como Brasil, Chile y México no incorporaron recomendaciones del MB. Esto coincide con que estos son países que pertenecen a la OCDE o son socios estratégicos de esta organización y, por tanto, su prioridad es recolectar información que sea comparable con los indicadores que se miden para países desarrollados, dejando de lado el enfoque de capacidades . Sin embargo, en los debates recientes, los expertos en la medición de la innovación han reconocido la importancia de comprender los factores internos que explican la innovación y sus resultados, lo que llevó a incluir en la nueva versión del MO una sección exclusiva para explicar las capacidades que apoyan las actividades de innovación. Así, se sugiere concentrar la medición en:


  1. Los recursos controlados por una empresa (fuerza laboral, activos físicos e intangibles, recursos financieros, experiencia, acceso a recursos).

  2. Las capacidades generales de gestión de una empresa, incluidas las relacionadas con la gestión de actividades de innovación.

  3. Las habilidades de la fuerza laboral y la administración del capital humano.

  4. La capacidad de desarrollar y utilizar herramientas tecnológicas y recursos de datos, que proporcionan una fuente de información cada vez más importante para la innovación.


Otra de las desafiantes novedades será incorporar los cambios en cuanto a los tipos de innovación. Actualmente los países miden en sus encuestas de innovación cuatro tipos de innovación: i) de producto, ii) de proceso, iii) organizacional y iv) de comercialización.  Ahora la nueva apuesta de la cuarta versión del MO propone cambiar la medición para sólo identificar dos tipos de innovación que se orientan más a un enfoque de objeto:

Innovación de producto: es un nuevo o mejorado bien o servicio que difiere significativamente de anteriores bienes y servicios de otras empresas y que ha sido introducido en el mercado.


Innovación en el proceso de la firma: es un nuevo o mejorado proceso de una o más funciones de la firma que difieren significativamente de procesos anteriores de la firma y que se han puesto en práctica. Distingue distintos tipos de categorías que incluyen lo que anteriormente se refería a la innovación en proceso, marketing y en comercialización: a) producción de bienes y servicios; b) distribución y logística; c) marketing y ventas; d) información y sistemas de comunicación; e) administración y gestión; f) producto y desarrollo de procesos de negocio.


En definitiva, cuando hablamos de innovación hay que referimos a algo disruptivo o que implique la mejora continua significativa, por tanto, su medición implica incorporar los cambios constantes en la interpretación del término y en la manera de caracterizar los procesos de innovación, sin restarle valor los esfuerzos previos de medición. Sin duda, el enfoque de capacidades y la redefinición de los tipos de innovación son los cambios más grandes que incorpora la cuarta versión del MO [1]. Será un desafío tanto para aquellos países que no habían dado importancia a los aspectos de capacidades como para los que deben reorganizar la información que ya se recolectaba al respecto, a fin de hacerla comparable con series anteriores y efectivamente mejorar la caracterización del proceso innovador latinoamericano.


Referencias

[1] OECD/Eurostat (2018), Oslo Manual 2018: Guidelines for Collecting, Reporting and Using Data on Innovation, 4th Edition, The Measurement of Scientific, Technological and Innovation Activities, OECD. Publishing, Paris/Eurostat, Luxembourg. https://doi.org/10.1787/9789264304604-en

[2] Guillard, C., & Salazar, M. (2017). “La experiencia en encuestas de innovación de algunos países latinoamericanos”. Banco Interamericano de Desarrollo. División de Competitividad Tecnología e Innovación.

[3] OCDE, & EUROSTAT. (2005). Manual de Oslo: Guía para la recogida e interpretación. Terceraedición. Grupo Tragsa.

[4] OECD, Eurostat, & European-Commission. (1997). The measurement of scientific and technological activities. Proposed guidelines for collecting and interpreting technological innovation data. Oslo Manual. Paris: European Commission Eurostat Organisation for Economic Co-operation and Development.

[5] Jaramillo, H., Lugones, G., & Salazar, M. (2000). Manual de Bogotá. Normalización de Indicadores de Innovación Tecnológica en América Latina y el Caribe. Bogotá: Tres CulturasEditores Ltda.

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