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Financiarización en Latinoamérica



Durante la última década, el concepto de “financiarización” ha adquirido un creciente protagonismo dentro del debate político y económico. Sin embargo, el gran desarrollo económico global que comienza desde principios de los 80, época conocida como “capitalismo financiero” o periodo económico post guerra, transformó las relaciones sociales y económicas desde un sistema de acumulación hacia un sistema neoliberal (Epstein, 2005; Kripper, 2005). Esto situó a las finanzas, los mercados financieros, actores e instituciones financieras en el centro de la actividad económica. En otras palabras, la financiarización denota la centralidad de las finanzas como actividad predominante de la economía del capitalismo contemporáneo (Dymski, 2019; Christophers, 2016; Fontana, 2015; Solimano, 2017; Sawyer, 2014).


No obstante, las explicaciones del crecimiento de la financiarización se han enfocado únicamente en argumentos macroeconómicos y/o sectoriales. A la vez, los mecanismos por los cuales la financiarización se ha extendido han recibido poca atención. ¿Cuáles son los determinantes de este proceso? ¿Es un proceso que puede continuar indefinidamente siendo sustentable? ¿Cuáles son los efectos de la financiarización? Y, ¿afecta a algunos países más que a otros?, son preguntas que no están completamente dirigidas dentro de la literatura. Es por esto que contabilizar los impulsores de los procesos de la financiarización únicamente a nivel macro, sólo puede explicar parcialmente las raíces de estos procesos. Asimismo, parte de esta contabilización incluye identificar los mecanismos y contextos institucionales.


De igual forma, los desacuerdos sobre las implicancias sistémicas de la financiarización pueden rastrearse en parte, debido a la escasa atención entregada al rol de los bancos en la conducción de estos cambios. Consiguientemente, al considerar elementos independientes “microfundacionales” de la financiarización, se hace posible analizar las verdaderas implicancias sistémicas de este fenómeno. En particular, un motor microeconómico clave que explica el aumento la financiarización serían los incesantes esfuerzos de los bancos de los Estados Unidos para romper con las restricciones de la era de la Gran Depresión, en cuanto a su tamaño, tipo de actividades y alcance de mercados.


Las estrategias de los bancos de Estados Unidos para expandir sus ganancias en la década de los 60, centradas en la competencia a través de la innovación, llevaron al crecimiento de estos bancos a megabancos y a una mayor toma de riesgos. La carrera de estos megabancos por las ganancias financieras en las décadas de 1990 y 2000, en un momento en que el rápido cambio técnico y la desregulación transformaron los mercados y los instrumentos financieros, han llevado a que estos bancos sean demasiado grandes para controlarlos.


El crecimiento global de la financiarización ha permitido que los megabancos busquen ganancias excesivas al expandir la escala y el alcance de los mercados financieros globalizados a otros países. Las estrategias de crecimiento de estos bancos han llevado a un cambio institucional: el auge de un sistema de banca en la sombra centrado en megabancos, que hoy en día da forma a la arquitectura financiera global, aun cuando opera de manera insostenible. En resumen, estos megabancos “demasiado grandes para quebrar” (too big to fail) están en el corazón de la fragilidad e inestabilidad de la economía actual.


Los efectos de la financiarización para los hogares, particularmente en Latinoamérica, han sido tan profundos como para las empresas. Las personas se han acostumbrado a confiar en el crédito. Esto ha implicado cambios en las actitudes, así como cambios en las instituciones e instrumentos financieros, entre los cuales el uso extendido de las tarjetas de crédito se ha hecho el más evidente (Stockhammer, 2010). Los niveles de deuda de los hogares han aumentado considerablemente desde mediados de los años setenta. En términos de volúmenes, el crédito hipotecario es la forma más importante de crédito para los hogares Latinoamericanos.


Una segunda área se relaciona con los sistemas de pensiones. Muchos países en Latinoamérica, Chile y México en particular, han pasado de un sistema de pensiones de reparto en el que las contribuciones de los trabajadores activos y los recursos eran administrados por el Estado a una mayor prominencia de la provisión privada de pensiones basada en el mercado. En el sistema de reparto, los trabajadores activos y el Estado hacen contribuciones, que convergen en un fondo común que financia la pensión de cada persona. En el sistema obligatorio basado en la capitalización individual, cada afiliado tiene una cuenta en la que ingresan los depósitos de sus contribuciones a las pensiones, que una Administradora de Fondos de Pensiones (AFP) invierte para obtener rentabilidad.


Sin embargo, la cuestión más fundamental es si esto se debe a un proceso de decisión racional o es el resultado de un proceso social más amplio. Gran parte de la literatura asume que los hogares han aumentado racionalmente sus índices de endeudamiento a medida que aumenta su riqueza. No obstante, una parte sustancial de la deuda acumulada se debe a que los hogares mantienen niveles de consumo que son insostenibles (y, por lo tanto, podrían considerarse irracionales). Y de una estrategia diferente por parte de los bancos.


La financiarización ha tenido importantes ramificaciones para el sector financiero. Primero, con la aparición de un sistema bancario en la sombra, una parte sustancial y creciente del sector financiero no toma la forma de institución bancaria tradicional, sino de otro tipo de instituciones, típicamente mucho menos reguladas, como los fondos de inversión, Administradoras de Fondos de Pensiones (AFPs), fondos de mercado, fondos de cobertura, fondos de capital privado y vehículos para fines especiales. Un aspecto importante de la aparición de la banca en la sombra es la innovación financiera, es decir, el desarrollo de nuevos instrumentos financieros que a menudo ayudan a eludir la regulación bancaria tradicional (Stockhammer, 2010).


En segundo lugar, este desarrollo ha conducido a un cambio en el negocio tradicional de los bancos (que genera ingresos como resultado del diferencial de tasas de interés de depósitos y préstamos): el surgimiento de un negocio centrado en la generación de comisiones. En tercer lugar, dentro de la banca ha habido un cambio hacia los préstamos a los hogares en lugar de a las empresas. En particular, las hipotecas son ahora, las posiciones de préstamos más grandes, sobretodo en Latinoamérica.


En conclusión, el argumento a favor de la globalización financiera se basa en la economía neoclásica que sostiene que la financiarización permitiría que el capital se asigne eficientemente. Específicamente, beneficiaría a los países en desarrollo. Uno esperaría que los flujos de capital de los países ricos volaran a los pobres y que exista una correlación positiva entre los indicadores de la globalización financiera y el crecimiento. Sin embargo, los argumentos estructuralistas, principalmente por parte de Raul Prebisch (1949) y Celso Furtado (1966, 1978), han demostrado que los beneficios del intercambio internacional (y de la globalización financiera) no se distribuyen igualitariamente a través de toda la sociedad. Es más, la globalización financiera y la liberalización parecen haber conducido, a frecuentes crisis de tipos de cambio impulsadas por flujos de capital volátiles (México 1994, Turquía 1994 y 2001, varios países durante la crisis asiática 1997/98 y Argentina 2001) (Palma, 2012) y, a permanentes desequilibrios internacionales.





Referencias


Brancaccio, E., & Fontana, G. (2015). ‘Solvency rule and capital centralisation in a monetary union. Cambridge Journal of Economics, 40(4), 1055-1075.


Christophers, B. (2015). The limits to financialization. Dialogues in human geography, 5(2), 183-200.


Epstein, G. A. (Ed.). (2005). Financialization and the world economy. Edward Elgar Publishing.


Krippner, G. R. (2005). The financialization of the American economy. Socio-economic review, 3(2), 173-208.


Solimano, A. (2017). Elites económicas, crisis y el capitalismo del siglo XXI: La alternativa de la democracia económica. Fondo de CulturaEconómica.


Sawyer, M. (2013). What is financialization?. International Journal of Political Economy, 42(4), 5-18.


Stockhammer, E. (2010). Financialization and the global economy. Political Economy Research Institute Working Paper, 242, 40.


Palma, J. G. (2012). How the full opening of the capital account to highly liquid financial markets led Latin America to two and a half cycles of'mania, panic and crash'.

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