Entrevista realizada el 1 de agosto de 2018.
La versión original de esta entrevista se encuentra en italiano en el sitio internet Sbilanciamoci.info
Nos encontrábamos en Santiago de Chile, en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), y tuvimos la oportunidad de entrevistar a uno de los principales economistas del país, Ricardo Ffrench-Davis. El director de la Escuela de Verano de la CEPAL, Gabriel Porcile, un uruguayo con dos ojos luminosos y gran apasionado de la historia política de la izquierda italiana, lo presentó como la prueba ontológica de la existencia de Dios, después de aquella proporcionada por el Santo Anselmo.
El milagro en este caso fue que Ffrench-Davis pudo haberse convertido en uno de los Chicago Boys, pues estudió en la universidad de Chicago entre 1950 y 1960. Pero no fue así. El intelectual chileno no siguió a sus connacionales, alumnos de Milton Friedman, en la realización del experimento chileno neoliberal después el golpe militar de 1973 y ha mantenido un espíritu crítico respecto a la idea de que “el mercado soluciona todo”. Resultado de su amplia investigación sobre este asunto, recientemente, publicó una nueva versión de su libro, “Reformas Económicas En Chile (1973- 2017)”, en la que incorporó un análisis de la evolución macroeconómica del país. Este fue el punto de partida de nuestra entrevista:
1. Refiriéndose a los años de la dictadura militar, se habla de la economía chilena como una historia de éxito, Milton Friedman lo llamó un milagro, una economía moderna en crecimiento, con algunos sectores dinámicos, sobre todo aquellos ligados a las exportaciones, aún con niveles importantes de pobreza y desigualdad. ¿Tuvo razón Friedman, al menos respecto de los sectores más innovadores?
La dictadura hizo reformas profundas, basadas en la idea de que el mercado favorece el desarrollo económico. Por lo tanto, fue creado un Estado pequeño, con impuestos mínimos sobre el capital y sobre el trabajo. La estructura social chilena fue, y todavía es, muy heterogénea, con pocas personas muy ricas y altamente educadas y con una mayoría de la población que se encuentra en una situación opuesta. Se ha abusado de la razón de los pocos. Al final de la dictadura, en 1989, la redistribución de la riqueza era más concentrada con respecto a 1973. En los dieciséis años de Pinochet, el 10% de la población vio aumentar su propia riqueza, mientras que para el 90% restante se redujo. Podemos hablar de un milagro al revés, el régimen fracasó en uno de los objetivos más importantes de la política económica, en la distribución de la riqueza.
Después del golpe, los sindicados fueron abolidos, sus jefes muertos o encarcelados, los profesores que no enseñaban teorías neoliberales en la universidad fueron expulsados. Esto se hizo en nombre de la libertad, pero fue lo opuesto a la libertad. La libertad tiene que ser redistribuida, la libertad concentrada entre pocos es esclavitud para muchos. Alguien podría objetar que la riqueza en su conjunto aumentó y la productividad creció, pero esto no es cierto. En la década anterior al golpe, el PIB creció a una tasa anual del 4%, con dos gobiernos democráticamente electos. Por otra parte, el crecimiento durante los 16 años de dictadura fue del 2.9%. El resultado suena aún más decepcionante si se piensa que durante la dictadura los decisores políticos tuvieron el poder absoluto, pudieron hacer lo que quisieron sin obstáculos, sin oposición. Esto demuestra que la política económica de la dictadura fue peor que la de la democracia.
2. La herencia principal de la era Pinochet fue la Constitución del 1980 y la prescripción de un papel limitado del Estado en el campo económico. En una reciente entrevista, citando a Fukuyama, usted dijo que no hay desarrollo económico sin un Estado fuerte. ¿Cómo puede desarrollarse económicamente Chile sin solucionar esta contradicción?
El Estado de Pinochet fue fuerte en la limitación de libertad y decepcionante en los resultados económicos obtenidos. A diferencia de los capitales, las ideas no pudieron circular libremente. Hoy en día muchos economistas afirman que la circulación de capitales tiene que ser reglamentada para favorecer la producción de bienes públicos: escuelas, calles, hospitales.
El Estado chileno es hoy todavía débil, el peso de los impuestos sobre el PIB fue del 15% y estamos llegando al 21%. Estamos muy lejanos de los estándares de la Europa occidental, dónde los impuestos son aproximadamente el doble. Estos recursos permitirían al Estado crear muchos servicios para los ciudadanos. Sirven gobiernos fuertes, no porque tienen la barriga grande, sino porque tienen buenos músculos para conducir la sociedad, para armonizar los intereses. Esta es la idea de Fukuyama, que ha querido rectificar en su tesis sobre el fin de la historia de 1992, reconociendo su error y afirmando que por estos tiempos confusos el papel del Estado tiene que volver a ser central.
3. Este año la CEPAL celebró 70 años de su institución; ¿cuáles son sus principales éxitos? ¿A lo largo de este periodo, el continente latinoamericano ha logrado reducir la brecha con los países desarrollados?
Se han observado muchas fases diferentes: al principio, en 1950, había un vacío de centros de investigaciones en América Latina, y la CEPAL representó un punto de referencia compuesto por un grupo de fuertes pensadores, Raúl Prebisch, ante todo una mente original además de sabia y luego Aníbal Pinto, Osvaldo Sunkel, Celso Furtado, para sólo citar los principales. Fue la “edad del oro” de la CEPAL, en la que desarrolló muy bien su tarea, donde ayudó a América Latina durante al menos tres décadas, desde los años 50 a los 70. Durante estas dos décadas, América Latina creció a una tasa promedio de 5,5%, con la excepción negativa de Chile, como dije antes. Este crecimiento se debió mucho a las ideas desarrolladas en la CEPAL, entre otras, y a la política de sustitución de las importaciones. En la década de 1980, hubo una vigorosa renovación del pensamiento económico y una gran producción de estudios, centrados principalmente en la crisis de la deuda soberana. Durante ese momento la CEPAL fue la principal fuente de datos macroeconómicos en la región.
Sin embargo, en los años 90, cuando prevalecieron las ideas del Consenso de Washington y el neoliberalismo, el debate económico se volvió más elitista. El lema de aquellos años fue: "the market knows", mientras que las ideas Keynesianas se vinieron progresivamente abandonadas. La CEPAL constituyó una voz crítica relevante. Por ejemplo, sus publicaciones entre el 94 y el 95 advirtieron de los efectos adversos de una extrema liberalización financiera. En aquella década, las ideas aquí elaboradas encontraron espacio en los primeros gobiernos democráticos chilenos. La economía creció en promedio más de 7%, se redujo la inflación, el desempleo y la desigualdad. El salario mínimo aumentó entre un 6 y 7% anual, y también se redujo la brecha de género. Eso también ocurrió porque la CEPAL constituyó un espacio de libertad en este país durante la represión militar.
Después del golpe, muchas personas, incluso dentro de las Naciones Unidas, querían trasladar la oficina a otra parte, se pensaba en Argentina, pero dos años más tarde llegó la dictadura. Hace algún tiempo, Enrique V. Iglesias, secretario ejecutivo de la CEPAL entre 1972 y 1985, nos contó sobre sus esfuerzos para mantener a la CEPAL en Chile. Creo que fue un acto muy importante. En ese momento nos invitó a nosotros, miembros de la oposición, a la Comisión para explicar nuestras ideas económicas e incorporarlas a los informes oficiales, desafiando la represión gubernamental. En última instancia, la CEPAL ha sido muy importante para la democracia en este país .
4. Hoy en día la globalización está en un cambio profundo: los países fundadores del modelo, el Reino Unido y los Estados Unidos, están avanzando hacia políticas nacionalistas y proteccionistas, mientras que una economía no de mercado (según la definición de la OMC) como China, se presenta como el exponente del libre comercio ¿Qué ha cambiado en la estructura económica mundial y en el pensamiento económico?
Creo que hoy prevalece una sensación de desplazamiento. Sin embargo, en mi profesión, la crisis ha traído algunos beneficios. Yo menciono a menudo un documento de trabajo de la oficina de investigación del Fondo Monetario Internacional, publicado durante el período de actividad de Olivier Blanchard, en el que la tesis principal fue “we were wrong”. Hoy muchos de los economistas más influyentes están buscando nuevas ideas: tanto los premios Nobel como Stiglitz, que siempre ha mantenido una visión poco convencional, y otros economistas más moderados, quienes ahora están cuestionando el tema del desarrollo y la inclusión, reconociendo los riesgos de un aumento de la desigualdad de ingreso. Si es cierto que por un lado ha habido una convergencia absoluta entre los países individuales, por otro lado, la distribución definitivamente ha empeorado dentro de los países desarrollados, mientras que nuestra región sigue siendo la más desigual del mundo.
El informe anual de CEPAL se publicará en dos semanas, presentando una sección interesante sobre por qué América Latina invierte tan poco en términos reales, No podemos consumir demasiado si producimos muy poco, por lo que necesitamos inversiones en innovación, productividad y mejor educación. Necesitamos el apoyo específico del Estado para todas estas actividades, un apoyo que no puede ser reemplazado por donaciones privadas. Sin embargo, la globalización de bienes y servicios representa solo uno de cada cuatro dólares de la producción mundial y es por eso que muchos estudios ahora se están enfocando más en la estructura interna, ya que existe una fuerte externalidad entre esta y la apertura comercial. No queremos enclaves que produzcan en el extranjero, sino empresas que puedan transmitir sus conocimientos a la economía local. Y también en lo que respecta a la globalización de las inversiones productivas, un dólar de cada diez está representado por inversiones extranjeras directas, mientras que el resto proviene de recursos nacionales. La globalización más importante de los últimos 30 años ha sido la de las finanzas y esta última apenas está conectado con inversiones reales e innovación. De hecho, la única innovación de este tipo de globalización es la de cómo especular mejor, el "aprender a especular".
Se están discutiendo nuevas ideas en los principales centros académicos e instituciones internacionales, pero el cambio es un proceso lento. Olivier Blanchard puede haber modificado las visiones de 10 o 12 economistas principales, pero hay miles que aún no han cuestionado sus ideas. Sin embargo, hace 15 años había mucho más conformismo que hoy: fue el período de gran moderación, en el que los economistas pensaron que habíamos encontrado la verdad. Hoy las nuevas generaciones de estudiantes tienen una visión diferente de los hechos económicos, están interesados en temas que anteriormente estaban marginados, como el neo-estructuralismo y la economía heterodoxa.
5. Cambiamos nuestra mirada hacia el viejo continente y hacia Italia, donde sopla un viento nacionalista y de derecha, con episodios cada vez más frecuentes de racismo. Una noción del sociólogo estadounidense Furedi sobre la "cultura del miedo" que se ha establecido como "estado de sentido común" se ha vuelto a poner de moda. Como economista, ¿cree que es inevitable que una crisis económica lleve a fenómenos sociales como el egoísmo, el miedo y la intolerancia?
¡Es una pregunta no para economistas! Creo que el fenómeno europeo tiene dos problemas principales:. Uno de estos es la inmigración ilegal. Estoy a favor de la regulación de todas las principales variables macroeconómicas, así como de los flujos migratorios. También creo que resolver el problema de los países pobres con inmigración es imposible y potencialmente destructivo. En ese sentido, la cooperación para el desarrollo (que no es el adoctrinamiento neoliberal como lo fue en el pasado) es fundamental. El segundo problema es la financiarización. El peso excesivo del sector financiero ha desempeñado un papel negativo para el desarrollo económico y para las personas y las empresas afectadas por la crisis.
En general, la mayor parte del descontento se dirige a partidos extremos, tanto a la derecha como en Francia y a la izquierda en España, hasta llegar al caso italiano donde pasó lo que pasó. A Chile no le ha faltado un crecimiento de la extrema derecha, pero el descontento se ha dirigido más hacia la extrema izquierda, en detrimento de la concertación, la coalición de centro-izquierda.
Todo esto, en mi opinión, tiene que ver con la inercia, la lentitud en la resolución de problemas, que especialmente en la política económica puede llevar a consecuencias graves cuando uno decide no actuar. El tema más importante a abordar es el peso excesivo de las finanzas, que impone una restricción a las políticas públicas a través del riesgo de degradar el país. Es la idea de no hacer las cosas porque de lo contrario, obtienes una baja calificación de las agencias de calificación, las mismas que estaban completamente equivocadas con los bancos de Estados Unidos en 2008 y con Chile en los años de la dictadura.
Debemos liberarnos de esta filosofía, y ¡Pucha, que difícil es!